La guerra ha comenzado.
¿Es lo que querías, no? Ahí lo tienes; para ti... animal. Que sepas que soy muy pacífico, pero esto ha llegado a unos extremos que no nos gustan ni a ti ni a mí. No puedo simplemente quedarme de brazos cruzados ante esta situación; tengo que actuar. ¿Sabes? Nunca he querido ni he provocado una cosa así, porque pienso que la violencia no sirve para absolutamente nada.
De pequeño, solía ser muy tranquilo, demasiado tranquilo, y nunca me gustó confrontarme con los demás. No. Pero lo que no podía dejar pasar era que otros se confrontaran con los demás. No podía. Era superior a mí y, en cierto modo, no era yo el que, inconscientemente, se levantaba de su sitio en la escalera y se acercaba corriendo a los otros niños que peleaban, poniendo una mano en sus pechos y rogándoles que abandonaran semejante locura.
Locura...
Hice todo lo que estaba en mis manos por apartarme de gente así, personas que a la mínima saltaban como gatos enloquecidos, con las uñas en ristre amenazando a los demás. Me daba escalofríos pensar en qué podía motivar a esa gente a hacer lo que hacían. En un instante, pasaban de niños buenos, angelicales, a bestias irracionales que luchan por no se sabe qué.
Mis esfuerzos, no obstante, no se vieron recompensados, y sin comerlo ni beberlo, me vi envuelto en una complicada trama de idioteces, muy propias de críos sin seso alguno, pero que en su momento me parecieron de una magnitud absolutamente colosal. No puedo decir que me arrepienta de nada de ello porque, como ya he dicho, yo no me lo busqué. Sin embargo, sí que me arrepiento de no haber hecho algo más por salir de aquella espiral autodestructiva. Sabía que aquello no estaba bien, de hecho no me gustaba estar así, pero me rendí a ello contra mi voluntad.
Voluntad...
Gracias al destino, todo se solucionó (o al menos eso pensé yo entonces). Logré escapar de aquello, sano y salvo, como quien logra dejar de fumar o supera con éxito un período de desintoxicación. Afortunadamente, cambiaron muchas cosas, incluídas esas personas, y esos pequeños problemas no volvieron a repetirse. Pero, ¿no dicen que todo en la vida deja su huella en la persona...?
Una tarde como cualquier otra, comencé a empaparme de información: violencia de género (mujeres -y hombres- asesinados por sus parejas), la cruenta guerra "santa" librada en algún lugar del Cercano Oriente, la absurda liberación de Irak por parte de los yanquis,...; más atrás en el tiempo, las dos fatídicas guerras mundiales, las Cruzadas, la eterna lucha entre dos religiones... A más que leía, menos comprendía el motivo de las guerras y conflictos que sacudían a la ya herida humanidad.
Piensan algunos que está en la naturaleza del hombre pelear por lo que quiere, matar por su sueño; no creo poseer la verdad, ni pretender conocer plenamente el alma humana, pero a mi parecer toda esa gente está completamente equivocada. No concibo ni por un sólo momento que el ser humano albergue la maldad dentro de él, en sus entrañas; debe ser algo superior...
Superior...
Soy un mal pensador...
A todo esto, ¿qué venía yo a decir?